PSICOUFOLOGÍA


24 de noviembre de 2009. ¿Un ovni junto a la pirámide de Kefrén?.




A MODO DE INTRODUCCIÓN

Permanentemente me he debatido entre el investigador y el experimentador, es decir, entre el ufólogo y el contactado. ¿Cómo investigar algo sin probarlo, sin saborearlo, sin ingerirlo y digerirlo después, algo de la naturaleza, por demás, del fenómeno ovni (inquietante, sugerente, enigmático, trasgresor...)?.

En lo que a los ovnis se refiere, para mí, investigarlos y vivirlos ha sido algo inevitable, estar dentro y fuera a la vez ha sido algo consubstancial a mi interés por ellos... y al interés de ellos por mí. Ciertamente, es algo complicado, pero también algo inevitable porque al final, cuando los persigues, ellos saben de ti, y entonces te conviertes en quizá lo que siempre fuiste: el observador observado o el observado observador. Y resultas ser protagonista de lo que buscas.
La misma foto de la cabecera

Y en mi caso, al desarrollar el papel de divulgador, lo que hago es ofrecer argumentos para desgranar el fenómeno y, sobre todo, elementos suficientes al público interesado para desarrollar un criterio propio o suficientemente rico. Y también contar mi propia vivencia.

A la hora de hablar de ellos, realmente lo que me interesa no es hablar meramente de las manifestaciones del fenómeno, de la casuística, sino de su presunta naturaleza y ahondar en aquellos indicadores que nos permitan averiguar, conocer, cómo se manifiestan en el nivel de la mente humana, incluso en el nivel de algo más amplio y quizá profundo que llamamos conciencia y de la propia, sutil pero contundente, realidad del fenómeno.

Espero que en este trabajo, como en otros anteriores y los que puedan venir, se trasluzca suficientemente a un buscador comprometido y sincero que se implica intentando comprender, viviendo la experiencia y siempre, siempre (o así lo pretende) pensando por sí mismo.





PSICOUFOLOGÍA

(O CÓMO EL PSIQUISMO HUMANO SE APROXIMA A LA EXTRAÑA REALIDAD DE LOS OVNIS)


Extraña forma sobre "Shambala", en el cielo de la Alpujarra granadina
No podemos evitarlo, el sentido de lo trascendente, de formar parte de algo que nos contiene a la vez que nos supera, es inherente al ser humano, seguramente por encontrarnos ante la realidad cierta de pertenecer efectivamente a un universo regido por normas que se nos escapan en su inmensa mayoría, un universo que en nosotros, y quizás en seres análogos o disonantes con respectos a nosotros, ha desarrollado la cualidad de cuestionarse sobre sí mismo y plantearse su propio devenir. En los 15000 millones de años que atribuimos a la edad del universo el ser humano no significaría apenas ni un segundo, como ni un segundo significamos con respecto al nacimiento, desarrollo y muerte en su colapso de la vida de una estrella. Ni aún comparándonos con la evolución de nuestro planeta significamos apenas nada. Por ello no es de extrañar que, en algún momento, trazando analogías inevitables, hayamos encontrado, imaginado o sentido, la huella de una presencia magistral en la propia existencia del universo. En la historia de la humanidad, esa presencia magistral de una manera real o no cierta se ha valido de intermediarios, de hombres que han servido de inspiración y que han dado lugar a las grandes religiones, y estas, con mayor o menor acierto, han sido las valedoras o las representantes, del sentido y realidad de lo que se ha dado en llamar Dios. ¿Podría ser el fenómeno ovni interpretado como una forma de intermediación entre el ser humano y lo trascendente, incluso como algo trascendente en sí mismo?.

El fenómeno ovni es así: escapista, incomprendido, inexplicable, cercano y lejano a la vez, tiene sus propios valedores, y nos llega además desde el cielo, el mar de nuestras inquietudes, de nuestras preguntas más trascendentes y el paño de lágrimas y estrellas que nos obliga a enfrentarnos con el sentimiento de soledad cósmica que desde siempre nos ha aterrado. El fenómeno ovni, la experiencia ovni, viene a consolar nuestras soledades y a plantearnos la existencia de una cosmogonía, por supuesto trascendente, donde el mal ocupa el papel que siempre ha ocupado, pero donde el bien ha convertido profetas y mesías en contactados y ángeles en extraterrestres.
Esto es un análisis simple pero certero de una perspectiva del fenómeno ovni que ha tenido una aplicación práctica y real en las últimas décadas, encontrando su máximo exponente en los años setenta del pasado siglo.

Un objeto sobre Sierra Nevada (Granada)
Una parte importante del universo que percibimos, del dinámico collage que conforma la vida humana y el entorno en el que se enmarca, se construye fundamentalmente sobre los pilares de percepciones que generan interpretaciones de fenómenos y acontecimientos, con el marcado matiz de subjetividad que aporta la mente humana. Más allá de los fenómenos físicos, los acontecimientos psicológicos conforman la existencia de un individuo, por no decir que la dinámica del psiquismo humano no se detiene ni un solo minuto, del mismo modo que la fisiología de un organismo no detiene nunca su actividad hasta llegado su momento final. ¿Cómo aproximarnos pues al fenómeno ovni desnudos de todo prejuicio, desprovistos de toda idea que pueda condicionar la interpretación que adoptemos de un fenómeno que no solo roza lo trascendente sino que lo inspira?.

Si enmarcamos al fenómeno ovni en el esquema de las religiones podríamos tener la tentación de tildarlo de neoreligión, una neoreligión fundamentada en una especie de panteón cósmico que parece entroncar con algunas religiones o creencias antiguas que asumieron la presencia en el mundo de unos dioses cuyo hogar estaba en las estrellas; como si de algún modo volviéramos a credos originales, pero actualizados con respecto al mundo moderno y a la exploración espacial.

Sobre el mar, frente a la costa de Benajarafe (Málaga)
¿Pero es el fenómeno ovni sencillamente cuestión de creencia, es decir, es una creencia que regermina en el ser humano la causante del fenómeno ovni?. Probadamente no es así, más bien estaríamos ante una creencia que ha sido generada o reactivada por la existencia previa de un objeto que se deja interpretar. ¿Pero entonces qué es el fenómeno ovni?. ¿Es un fenómeno que tiene una existencia real, objetiva, o pervive exclusivamente en la psiquis humana y, por lo tanto, todo acontecimiento relacionado con él, y él mismo, es fruto de una forma de manifestación de la mente?.

Obviamente, los ovnis existen y no son fruto de la imaginación ni de una forma exclusiva y extraña de manifestación del psiquismo humano. Pero entronca de alguna manera con este a niveles que parece estimular áreas que en absoluto tienen que ver con el aspecto intelectivo, sino mas bien con funciones propias del hemisferio derecho, destacando la necesidad de encontrar una respuesta para el fenómeno en caminos que enlazan en gran medida con lo trascendente, llevando al individuo por derroteros que le hacen plantearse incluso su propio destino en un marco que supera lo meramente cotidiano. Y finalmente, nos lleva a la confrontación de lo humano con lo cósmico. 

¿Qué es el fenómeno ovni?. ¿Por qué está aquí?. ¿De dónde viene?. ¿Qué objetivo justifica su presencia?. ¿Qué significa con respecto a nosotros?... Son preguntas inevitablemente formuladas por los ufólogos, y que al final se convierten en otras de parecido calado pero donde los protagonistas no son ellos, los desconocidos insondables, sino nosotros mismos: ¿Qué es el ser humano?. ¿Por qué estamos aquí?. ¿De dónde venimos?. ¿Qué objetivo justifica nuestra presencia en este mundo?. ¿Qué significamos con respecto al universo en el que vivimos?. Y así, el sentido de lo trascendente parece brotar una vez más de manera inevitable. Podemos decir pues que el fenómeno ovni se comporta como un modificador de la conciencia, como un estimulador de la inquietud más íntima en el ser humano.

¿Pero si los ovnis existen y no son fruto de la mente humana, entonces qué son?. He aquí una parte importante de la cuestión, sin duda la parte más importante de la cuestión. Porque si los ovnis existen habrán de tener una naturaleza definible en el marco de algún parámetro. Hemos mencionado su influencia en el ámbito de las creencias, su capacidad para generar o reconducir un sentimiento religioso, tendiendo a reconciliar al ser humano con la imagen de Dios, accediendo a una formulación cósmica de la divinidad: un Dios cuyo templo, cuya morada, es el gran universo, un universo cuyo desarrollo o evolución está enmarcado en un plan cósmico dentro del cual la humanidad, o un grupo definido de individuos, o un individuo en concreto, tiene asignado un papel que nos será revelado por los ángeles extraterrestres, un papel sin lugar a dudas crucial. Por lo tanto, y en conclusión, el fenómeno ovni ha generado un importante sentimiento religioso, aunque atípico, es decir, que afecta a la conciencia en cuanto a las creencias sobre Dios, la creación, y el propio hombre. Y esto tiene que ver con la naturaleza del fenómeno.

Sobre el Torcal de Antequera (Málaga), lugar de encuentro y de encuentros
Desde otro punto de vista no puede negarse la incidencia psicosocial que el fenómeno ha generado. Dicho de una manera simple, y aunque en la actualidad las distintas versiones al respecto se hayan sofisticado, hablar de ovnis es hablar de extraterrestres, hablar de extraterrestres es hablar de misterio, hablar de misterio es hablar de ocultación, hablar de ocultación es hablar de conspiración. Y hablar de conspiración es hablar de la existencia de un elemento autoritario con amparo legal que distribuye y matiza información relativa a los ovnis, o la oculta con el objetivo de crear una corriente de opinión o generar una creencia a algún nivel en un sector concreto de la población. Esto se haría utilizando los elementos que el sistema ha creado en defensa de la sociedad, pero en contra de ella misma, obligando a replantear así el sistema de libertades y el uso que las altas instancias de los estados hacen del mismo. Este planteamiento constituye una visión sociopolítica de ciertos aspectos vinculados con el fenómeno ovni. Sin mencionar la participación de las fuerzas aéreas en la instrucción de expedientes relacionados con ovnis, al tratarse de un tema que de ser cierto, y no dudamos que lo es, puede vulnerar lo que atañe a la seguridad nacional. 

Obviamente, no constituye el fenómeno ovni un problema de estado, pero ciertamente es un acontecimiento que genera un nivel de atención del estado que, a veces, posibilita la puesta en marcha de instrumentos del propio estado o de la defensa en relación a los ovnis. 

Pero además, hablar de ovnis y extraterrestres es hablar de vida en otros mundos, lo que nos conduce a hablar de la visita de extraterrestres en naves espaciales conocidas vulgarmente como platillos volantes. Y en torno a todo esto se ha generado la  más variopinta literatura y filmografía, siendo el cine quizá quien más se ha beneficiado de la existencia de los ovnis y su presumible naturaleza no terrestre. Dicho de otra manera, la generalización de la creencia en la posibilidad de vida en otros mundos tiene lugar debido al aluvión de películas que han girado en torno al misterio de los ovnis, películas que surgieron en décadas donde el mensaje de la ciencia no era otro mas que la negación de la vida extraterrestre. Este mensaje se sustentaba en la extrañeza que la vida en si misma constituía, una vida desarrollada al azar en un planeta ligado a una estrella de particulares características, situado a una distancia en particular de la misma, sometido de manera exclusiva a unos ciclos y a unos procesos químicos, atmosféricos, geológicos y biológicos en concreto. 

En definitiva, difícilmente todo el cúmulo de circunstancias concatenadas que generó la vida en la Tierra, dando lugar finalmente al sapiens, volverían a juntarse en algún lugar del universo, y menos dando pie a una especie siquiera parecida a la nuestra capaz de desarrollar una civilización tecnológica susceptible de permitirle la exploración espacial.  Ya lo enfocaran de una u otra forma, siempre el mensaje de la ciencia fue:

1. La singularidad de la vida constituía una rareza difícilmente repetida.

2. Caso de no ser así, y existir además vida inteligente, para llegar hasta aquí tendría que haber desarrollado una civilización tecnológica.

3. Además, esta civilización tecnológica debía permitir la exploración espacial.

4. Si fuera así, no solo tendrían que encontrarnos en los alejados suburbios de la galaxia, sino ser capaces de vencer las distancias estelares en periodos razonables de tiempo, y el sistema más próximo (Alfa Centauri) está a algo más de 4 años luz.

Luces sobre el cielo de Málaga, parecen acompañar a la catedral
5. En conclusión, en la remota posibilidad de que los extraterrestres existieran, en la remota posibilidad de que fueran inteligentes, en la remota posibilidad de que hubieran desarrollado un nivel tecnológico, y en el supuesto de que hubieran desarrollado igualmente la exploración espacial no podrían vencer tan inimaginables distancias. Es decir, si es posible que existan no es posible que vengan. Pero es que es más que improbable que existan.

Al final tales razonamientos (obedientes a una lógica exclusiva que sí representa una extraña singularidad en el universo) resultaban ser la negación de la negación en una suerte de argumentos enlazados que buscaban la anulación de toda posibilidad, porque se partía de un planteamiento teórico fundamentalista, es decir, de una creencia infundada pero defendida desde un sector que se atribuía autoridad, y que no era otra sencillamente que la siguiente: no puede ser, de ninguna manera puede ser.
Hoy, entre otras cosas, sabemos que sí puede ser.

En cualquier caso, la ciencia iba por un derrotero y los encuentros con ovnis por otro. Y ese otro derrotero caló de manera especial en el mundo del cine, y este se encargó de hacer llegar a las masas la idea magistral de la existencia de vida extraterrestre (algo que ya en nuestros tiempos no parece tan descabellado). ¿Pero son los ovnis extraterrestres?. A estas alturas del partido, no voy a ser yo quien dé una respuesta ambigua o matizada, mucho menos negativa, y en absoluto miedosa. Desde mi punto de vista la respuesta es afirmativa: 

Sí, los ovnis son extraterrestres o, en otro caso, terrestres provenientes de una continuidad espacial (una dimensión paralela) en la que comparten el mismo espacio que nosotros, aunque en frecuencias y tiempos diferentes.

Hablar de Psicoufología es hablar de un fenómeno físico, suprafísico, conectado con la psiquis humana y con su más profunda esencialidad. Por eso me parece crucial usar este término, porque delata el matiz  social y psicológico del fenómeno como hemos apuntado, además del trascendente, al vincularse anímica y creencialmente con el ser humano. Difícilmente un fenómeno tan singular, tan complejo y amplio, pueda ser abordado desde una sola visión o disciplina. Finalmente, el fenómeno ovni sugiere pertenecer a una naturaleza en absoluto simple y, por demás, multifacetada.

Una de las curiosas luces del 18 de abril de 2009
Ya dije en una ocasión que junto a los fenómenos iniciales del mediumnismo (refiriéndome a las manifestaciones ectoplasmáticas) y a los círculos de las cosechas (los crops circles) me parecía el acontecimiento más sugerente, más interesante, más revelador, de todos los tiempos. Justifica nuestra presencia en este mundo, la acompaña desde que existimos, y tiene propósitos de futuro con respecto a nosotros. 

Es posible también que la naturaleza del fenómeno no sea solo multifacetada como decía, es decir, supercompleja al punto de necesitar una visión extremadamente panorámica o casi holográfica para entenderlo, sino que nos encontremos antes fenómenos de distinta naturaleza, origen y motivación, complicando la tarea para nosotros de encontrar un común sentido o elaborar un modelo único y coherente. Quizá la incoherencia radica en su diversidad aunque, desde mi punto de vista, esta incoherencia es aparente y radica en la complejidad de su naturaleza y en la limitada percepción de nuestra mente y nuestros sentidos.

Veamos algunas, para mí, realidades poco cuestionables del fenómeno:

-Los ovnis son reales, existen, pertenecen a un estado, paradigma o nivel de la realidad constituida de muchos más parámetros y vectores que la nuestra. Parte del misterio que encierran, y de nuestra incapacidad para comprenderlo en su generalidad, se encuentra en el hecho de que la experiencia humana del universo y de la propia realidad en la que esta existe es muy limitada.

-No son una creación del ser humano de nuestro tiempo, tienen una naturaleza ultradimensional y ultratemporal, tanto vienen de las estrellas como de continuidades, no sincrónicas necesariamente, del espacio-tiempo.

-Los ovnis se comportan como un fenómeno trascendente o que sugiere o suscita lo trascendente.

-Son un fenómeno ultracultural de implantación transterritorial,  y un fenómeno igualmente histórico que aparece desde los inicios de la civilización..., y antes. Pueden tener que ver con el origen del ser humano y haber participado en la generación de religiones y en el apadrinamiento de civilizaciones, por lo que podemos decir que está implicado con la evolución de la humanidad (sea como esta sea y en la dirección que camine).



Y termino con la siguiente reflexión:

El fenómeno ovni, básicamente desarrollado a partir de luces que brillan en la oscuridad, no deja de representar un curioso paralelismo en lo que al devenir y la búsqueda del ser humano se refiere..., pues en la noche del mundo buscamos la luz del mundo.

¿Esta significación es mera analogía o encierra un significado auténtico con respecto a los ovnis?. ¿Es decir, son los ovnis, esas luces que se mueven por el cielo en la noche oscura..., la luz del mundo en la noche del mundo?.








Sobre ovnis en este mismo blog:

La experiencia ovni 

Sobre la existencia y realidad de los ovnis 

Los desconocidos insondables (a los ovnis) 

Reflexiones sobre el fenómeno ovni 

Reflexiones sobre el fenómeno ovni (II) 

Reflexiones sobre el fenómeno ovni (III) 

Reflexiones sobre el fenómeno ovni (y IV) 











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